Estamos, convengamos, en el ámbito de la lírica, de la pura expresión de una subjetividad, la propia de nuestra poeta. Pero en este siglo tan veleidoso como fructífero en cuanto a las significaciones, digo con Silvia, que su libro no es únicamente lírico, es épico también. Y esta particularidad sucede porque la subjetividad que nos habla está transitada por las experiencias hospitalarias nada menos, y es en este cruce donde, precisamente está la riqueza del texto. El hospital de Tigre, su complejidad, es título augural, es materia y refiere ante todo, a un hospital público:
“hoy no se opera
el reactivo no llegó
falta insulina
[…]
huelga decir
haremos milagros
prestaremos plata del sueldo
para no oír sus ruegos, sus gritos… “Como en botica” [2]
Hospital de Tigre, Hospital del conurbano bonaerense, pocos emprendimientos épicos como estos, un colectivo de corazones donde se juega el destino de tantas personas, donde
“Siempre habrá un ahogado
un suicida
con una soga en la Guardia
un preso en una cárcel
romperá las rejas y escribirá
escuchará o leerá un poema
para salvar
la última dosis de libertad
el último pellejo
de su amenazada humanidad …”
Estas palabras del poema inaugural “Bitácoras”[3], cuyo epígrafe de Macedonio Fernández “ Al dolor lo curamos con poesía “expresa la síntesis tanto de los versos como de los asuntos que los inspiran .
Volvamos a ese juego de posibilidades que nos permite el título, la bitácora es el cuaderno donde se anota el rumbo de una nave. Imaginemos, en nuestro Tigre, un barco, una canoa isleña, una lancha… El hospital como nave que cobija a los navegantes, los recibe y los conduce a los distintos puertos posibles. Una nave que viene surcando las aguas primordiales desde hace tiempo, y uno de cuyos navegantes deja una bitácora, un cuaderno que registra sus experiencias de viaje
“Escritos para calar un grito
mutan mutantes
mutamos
notas al pie
épicos asuntos “ “Bitácoras
.
En estas “notas” se testimonian los exilios, como el del hospital
“ entre dos muertes
dos hospitals
un éxodo
Al cruce de malestares y estallidos…
versos de Silvia que erigen en Ave Fénix [4] a su querida institución.
Como en cada viaje,están presentes las partidas, así, en “Entre dos muertes” [5]dedicado “Al doctor y director Valentín Nores in memoriam en el día de la entrega de su vida y el Hospital”
” Un ataúd sera su box
al otro lado del mundo
Capitán del barco parte el hospital
ultimo día del naufragio…”
Pero también bitácora es el espacio donde se guarda la aguja de marear…hermosa metáfora para nombrar la brújula, curioso: marear, sensación de perder el equilibrio o la posibilidad de permanecer en pie
“Mudo
pasea un cuerpo interrogante
Espectro del pintor que alguna vez fue
[…]
Espeja
nuestro fracaso al saber
nuestra insoportable mortalidad…”
Marear, andar en el mar o la mar...con ayuda de una bitácora que se resuelve en palabras, muchas veces callada, pero a la que no le falta escucha:
“ pinta en su espejo
un Cristo con su rostro
pinta pinta
Canto mudo” “Hospital de día”[6]
El estilo poético de Silvia tiene una musicalidad propia dibujada por versos de medida variada, muchas veces constituidos por una sola palabra; los sustantivos, por su parte, raramente precedidos de artículo, nombran abruptamente ese concepto que aparece e ilumina con su significado el poema.
En cuanto los significantes no faltan los juegos de palabras:
“Dicen del trauma de guerra en inglés
americanos de Corea y Vietnam
y en lengua propia nuestros veteranos
de Malvinas: Mal Falk vinas Lands …” ”Hospital de veteranos” [7]
Las voces de la jerga juvenil aportan lo suyo en” Taller de adolescentes”[8]
“Trozos de rapp
rappean en bares
suenan en oscuros mediodías
[…]
muros de amores
graffitis…”
En Bitácoras, Hospital de Tigre, nadie se pierde, aunque podemos elegir, como en toda empresa humana, los rumbos. El último en proponerlo como guía fue el Ministerio de Educación que lo ha declarado material de lectura para los institutos de menores.
Por último es importante señalar que este libro es una edición de Eloísa Cartonera, una cooperativa de trabajo gráfico, editorial y de reciclado, cuya primera edición se realizó, en octubre de 2010, en ocasión de la Feria del Libro de Frankfurt, ese evento editorial tan célebre en que la representación de nuestro país jugó un papel muy importante. Su tapa está hecha con cartón comprado a los cartoneros en la vía pública. El libro tiene una factura artesanal, como si la épica y lírica que alimentaron a nuestra peta se trasladara a todos los ámbitos de la obra, ya que está cortado y pintado a mano, e impreso en la cartonería que lleva por nombre “No hay cuchillo sin rosas”
Virginia Baldo
[1] S.M. nació en Luján, estudió psicología y sociología en la UBA , practica el psicoanálisis. Integra el grupo de arte y psicoanálisis El brillo de lo inútil.
Ha publicado los siguientes libros de poesía:
Nave a la medianoche, Hojas de viaje, Notas del extravío y Che Orfeo.
[2] P 36
[3] P 5
[4] P 7
[5] P 38
[6] P 46
[7] P 52
[8] P 55
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