martes, 30 de agosto de 2011

Hospital de Tigre, Bitácoras

Silvia Manzini[1] acaba de presentar en el Hospital de Tigre, el 19 de agosto  Hospital de Tigre, Bitácoras, su último libro. Un poemario, un libro de poemas, de creaciones con  palabras, quizás las más auténticas, cuando de poesía se trata.  Cinco secciones  iluminan los distintos  ámbitos que abordan  I Bitácoras, II Tamaño  Oficio, III Guardia, III Historias clínicas, IV Mundo Hospital  y  V Las sábanas cuentan.

 Estamos, convengamos,  en el ámbito de la lírica, de la pura expresión de una subjetividad, la propia de  nuestra poeta. Pero en este siglo tan veleidoso como fructífero  en cuanto a  las significaciones, digo con Silvia, que su libro no es únicamente lírico,  es épico también. Y esta particularidad sucede porque  la subjetividad que nos habla  está transitada por las experiencias hospitalarias nada menos, y es en este cruce donde, precisamente está la riqueza del texto. El hospital de Tigre, su complejidad, es título augural,  es materia  y refiere ante todo,  a  un hospital público:
  
“hoy no se opera
 el reactivo no llegó
 falta insulina
 […]
 huelga decir
 haremos milagros
 prestaremos plata del sueldo
 para no oír sus ruegos, sus gritos… “Como en botica” [2]

Hospital de Tigre,  Hospital del conurbano bonaerense,   pocos emprendimientos  épicos como estos,  un colectivo de corazones  donde se juega el destino de tantas personas, donde

“Siempre habrá un ahogado
 un suicida
 con una soga en la Guardia
 un preso en una cárcel
 romperá las rejas y escribirá
 escuchará o leerá un poema
 para salvar
 la última dosis de libertad
el último pellejo
 de su amenazada humanidad …”

Estas palabras del poema inaugural “Bitácoras[3], cuyo epígrafe  de Macedonio Fernández “ Al dolor lo curamos con poesía “expresa la síntesis tanto de los versos  como de los asuntos que los inspiran .

Volvamos a ese juego de posibilidades que nos permite el título, la bitácora es el cuaderno donde se anota el rumbo de una nave.  Imaginemos, en nuestro Tigre, un barco, una canoa isleña, una lancha… El hospital como nave que cobija a los navegantes, los recibe y los conduce a los distintos puertos posibles. Una nave que viene surcando las aguas primordiales  desde hace tiempo, y uno de cuyos navegantes deja una bitácora, un cuaderno que registra sus experiencias de viaje

“Escritos para calar un grito
 mutan   mutantes
            mutamos
            notas al pie
            épicos asuntos “ “Bitácoras

 .
 En estas “notas” se testimonian los exilios, como el del hospital

 “ entre dos muertes
             dos hospitals
              un éxodo
              Al cruce de malestares y estallidos…

versos de Silvia que erigen en Ave Fénix [4]  a su querida  institución.

Como en cada viaje,están presentes  las partidas, así,  en “Entre dos muertes” [5]dedicado “Al doctor y director Valentín Nores in memoriam en el día de la entrega de su  vida y el Hospital”

 ” Un ataúd sera su box
    al otro lado del mundo
    Capitán del barco parte el hospital
    ultimo día del naufragio…”

Pero también bitácora es el espacio donde se guarda la aguja de marear…hermosa metáfora para nombrar la brújula, curioso: marear,  sensación de perder el equilibrio o la posibilidad de permanecer en pie

“Mudo
 pasea un cuerpo interrogante
 Espectro del pintor que alguna vez fue
 […]
Espeja
            nuestro fracaso al saber
            nuestra insoportable mortalidad…”  

Marear, andar en el mar o la mar...con ayuda de  una bitácora que se resuelve en palabras, muchas veces callada, pero a la que no le falta escucha:

 pinta en su espejo
 un Cristo con su rostro
 pinta pinta
            Canto mudo” “Hospital de día[6]

El estilo poético de Silvia tiene una musicalidad propia dibujada por   versos de medida variada, muchas veces constituidos por una sola palabra; los sustantivos, por su parte, raramente  precedidos de artículo,  nombran abruptamente ese concepto que aparece e ilumina con su significado el poema.
En cuanto los significantes  no faltan los juegos de palabras:

Dicen del trauma de guerra en inglés
 americanos de Corea y Vietnam
y en lengua propia nuestros veteranos
 de Malvinas: Mal Falk vinas Lands …”  ”Hospital de veteranos” [7]

 Las voces de la jerga juvenil aportan lo suyo  en” Taller de adolescentes[8]
 
“Trozos de rapp
    rappean en bares
    suenan en oscuros mediodías
     […]
     muros de amores
     graffitis…”


En  Bitácoras, Hospital de Tigre, nadie se pierde, aunque podemos elegir, como en toda empresa humana,  los rumbos. El último en proponerlo como guía fue el Ministerio de Educación que lo ha declarado material de lectura para los institutos de menores.

Por último es importante señalar que este libro es una edición de Eloísa Cartonera, una cooperativa de trabajo gráfico, editorial y de reciclado, cuya primera edición se realizó, en octubre de 2010, en ocasión de la Feria del Libro de Frankfurt, ese evento editorial tan célebre en que la representación de nuestro país jugó un papel muy importante. Su tapa está hecha con  cartón comprado a los cartoneros en la vía pública. El libro tiene una factura artesanal, como si la épica y lírica que alimentaron a nuestra peta se trasladara a todos los ámbitos de la obra, ya que está  cortado y pintado a mano, e impreso  en la cartonería que lleva por nombre “No hay cuchillo sin rosas”
                                                                                                     

                                                                                         
                                                                                                    Virginia Baldo


[1] S.M. nació en Luján, estudió psicología y sociología en la UBA,  practica el psicoanálisis. Integra el grupo de arte y psicoanálisis El brillo de lo inútil.
Ha publicado los siguientes libros de poesía:
Nave a la medianoche, Hojas de viaje, Notas del extravío y Che Orfeo.

[2] P 36
[3] P 5
[4] P 7
[5] P 38
[6] P 46
[7] P 52
[8] P 55


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